Hay realmente una causa: Hemos heredado esto del primer hombre y; nacemos con el ADN espiritual de la desobediencia.
Obedecer, se ha interpretado como el reto de atrévete o no a hacerlo; y se defiende con replicas como estas:
¿Por qué tengo que hacer caso?
¿ Por qué no puedo hacer lo que yo quiero?
Se sustenta con la común afirmación: “Yo soy libre; no me gusta que me den ordenes”….
Desde niños, todo esto nos ha traído consecuencias, ¿ Si, o no?
Te recuerdo cómo opera el enemigo de las almas: < De todo aquello, por pequeñito que sea, así como lo es una pestaña, el puede hacer una trenza >.
En estos momentos, estamos relacionados con la palabra microscópica por lo que ocurre con este mortal virus.
Así mismo, cuando abrimos la más pequeña grieta de desobediencia y soberbia, para hacer lo que queremos, aunque sepamos que no debemos, damos legalmente a satanás el derecho a entrar a una vida.
Si algo te hace pensar, busca comunicarte de prisa con el Señor de la vida, que es Jesús; pídele perdón y su cuidado, y lo tendrás.
Quédate en casa; hasta ahí llega Jesús.
Dra. Silvia Taisma-Huertas.