Por regla general, las amplias y bien asfaltadas carreteras son siempre las más transitadas; y un lindo boulevard, el preferido para dar un paseo familiar en auto. En cambio, tocante a lo espiritual, la cosa cambia por completo.
El camino de Dios, puede a veces parecer áspero, pues encaras sin sabores; solitario porque muchos te desechan y otros traicionan; largo, pues toma toda una vida para recorrer; y agotador, porque a veces te faltan fuerzas. No obstante a estas verdades, el camino de Dios es el único que te ofrece salvación y paz eterna.
Hay quienes consideran que andar por el camino de Dios, es estar libre de obstáculos. Sin embargo, el hecho no nos inmuniza durante nuestra estadía en la tierra. Lo cierto es que, en el camino de Dios es donde se forja el carácter digno de los suyos; su camino es la lija que nos va quitando el oxido de la maldad; el fuego que, como barro, nos condiciona para que él nos moldee y pueda usarnos; y la pulidora que nos hará brillar en medio de lo nebuloso del mundo.
Alguien dijo una vez: “un hombre con un reloj sabe siempre qué hora es. En cambio, un hombre con dos relojes jamás tendrá seguridad del horario”. En cuanto a lo que nos atañe, un hombre con un sólo camino por recorrer, siempre llegará su fin. Uno con varios caminos por tomar, jamás estará seguro de cual.
En breve paráfrasis, el Salmo 25:8 dice que, por bondadoso y recto, el Señor nos muestra el camino. En efecto, lo escrito entonces, se pone de manifiesto en Juan 14:6.
Hasta la próxima,
Dr. Frank Huertas, PhD DiP