Algunos la entienden como algo de cierto tropel. Así la manifiestan con multiplicidad de drásticos movimientos. Sin embargo, la verdadera espiritualidad no está en el estruendo ni en la pompa.
El obvio ejemplo de espiritualidad es Jesús. La Biblia lo describe como un hombre sereno y de hablar quedo; no dice que se arrastraba por el suelo, ni que daba saltos o alaridos.
Si deseamos ser espirituales imitemos a Jesús.
Hasta la próxima,
Dr. Frank Huertas